Artículo de Pedro Martín Molina publicado en El País.

Pedro Martín Molina, señala que «las sociedades españolas de carácter inmobiliario, por un lado, sufrieron de una forma drástica el recorte de la financiación de las entidades bancarias. Mientras que en épocas de bonanza, los bancos eran los mejores compañeros de viaje de este tipo de empresas, la crisis generó tal desconfianza en el mercado inmobiliario que estas entidades cerraron el grifo de la financiación, tanto a las compañías promotoras como a los compradores de viviendas, provocando la paralización de la actividad inmobiliaria. Y, por otro, el mercado inmobiliario se convirtió en la mina de oro de muchos propietarios de terrenos, que viendo el aumento exponencial de necesidad de suelo por parte de las constructoras y promotoras, elevaron en exceso el valor de los mismos, de manera que las empresas de este sector compraron a precio caro, lo que generaba que el precio de las viviendas fuera elevado».
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